LOS SENTIDOS QUÍMICOS: GUSTO Y OLFATO

Los sentidos  del gusto y del olfato permiten  distinguir  alimen- tos  indeseables   o  incluso   mortales   de  otros  placenteros   y nutritivos.  El sentido  del  gusto  depende,  principalmente,  de las yemas gustativas, pero  el del olfato contribuye sustancial- mente  a la percepción  del gusto. La textura  de los alimentos, detectada   por  los  receptores   táctiles   de  la  boca,   también fomenta  la experiencia  del gusto.

Sensaciones gustativas primarias

En estos momentos   se conocen  receptores  para  al menos  13 sustancias  químicas,  que son los siguientes:

Receptores  para el sodio, Receptores  para el potasio, Receptores  para el cloruro, Receptores  para la adenosina, receptores para los iones hidrógeno, receptores para la inosina, receptores para el sabor dulce, receptores para el sabor amargo, receptores para el glutamato.

A efectos prácticos, la actividad de estos receptores  ha agrupado   cinco    categorías,   denominadas    sensaciones gustativas primarías,  que  son  agrio, salado, dulce,   amargo y umami.

•  El sabor agrio se debe a las sustancias  ácidas y la intensidad del gusto  es proporcional   al logaritmo  de la concentración de iones hidrógeno.

•   El sabor salado se atribuye, principalmente,  a los cationes de las sales  ionizadas,  aunque   algunas  sales  también   activan otros  receptores,   lo  que  explica  la ligera  diferencia  entre los alimentos   de sabor salado.

•   El sabor dulce es el resultado  de la activación de diversos tipos de receptores,  para azúcares,  glicoles,  alcoholes,  aldehídos y otros compuestos  orgánicos.

•   El sabor  amargo también  se debe a la activación  de varios receptores  asociados a compuestos  químicos  orgánicos.  Las sustancias  más  habituales  son  sustancias  hidrogenadas   de cadena larga y alcaloides. Este grupo abarca sustancias medicinales  como  la quinina,  la cafeína,  la estricnina  y la nicotina.  El sabor fuertemente   amargo  produce,  a menudo, un  rechazo,  que  se debe  al hecho  de que las toxinas  peli- grosas de ciertos vegetales  sean alcaloides.

•   Umami   es  una  palabra  japonesa   que  significa  delicioso, constituye  la quinta  categoría  y el sabor  dominante   de los alimentos que contienen  L-glutamato,  como los extractos cárnicos  y el queso curado.

Umbral  gustativo

Para reconocer  una  sustancia  como  salada,  basta  con que su concentración  alcance  0,01 M, mientras  que para  percibir  la quinina  como  amarga,  su concentración  solo necesita llegar a 0,000008 M.  Esto se debe a la noción  de que el sabor amargo cumple  una función  protectora  frente a los alcaloides peligro- sos; por tanto, la sensibilidad es alta. Algunas personas  carecen de  gusto  para   ciertas   sustancias,   probablemente    por   una variación  normal  en la presencia  o en el número   de ciertos tipos  de receptores.

Yemas gustativas  y su  función  (p.  646)

La yema gustativa se compone de unas 50 células  epiteliales modificadas,   algunas   de  las  cuales,  las  células de sostén, cumplen una  función de  soporte,   mientras que  otras  son células receptoras verdaderas.   Estas  últimas  son  renovadas constantemente  por  las  células  epiteliales  vecinas  a través de la división  mitótica. La vida  de  una  célula  gustativa   de los  mamíferos   inferiores se aproximada a 10 días,  y la de los seres  humanos  se  desconoce.   Las  superficies   apicales   de las células  gustativas se disponen alrededor   de un poro gustativo.  Las  microvellosidades  o cilios  gustativos   sobresalen del  polo   y  constituyen   la  superficie   receptora    para   las moléculas  gustativas. Entre  los  cuerpos   celulares  se entrelazan fibras  nerviosas  sensitivas,   que forman  los  elementos postsinápticos   y  responden  a  la  actividad   de  las  células gustativas.

Las 3.000 a 10.000 yemas gustativas  del adulto se relacionan  con tres  tipos  de papilas linguales.   Las papilas fungiformes se  encuentran  en  los  dos  tercios  anteriores   de  la lengua,  las  papilas  caliciformes  forman  una  V  en  el tercio posterior  de la lengua, y las papilas foliáceas se sitúan  en los bordes laterales.  En el paladar,  las amígdalas y la epiglotis, así como  en la porción  proximal  del esófago,  existe un pequeño número  de yemas gustativas.  Cada yema gustativa  responde, de forma  característica,   a solo uno  de los cinco  sabores  primarios;   la  excepción   ocurre   cuando   se  ofrece   una   concentración muy alta de la sustancia, que puede estimular mas de un receptor diferente.

Las células gustativas. como otros receptores,  producen un potencial de receptor.  La aplicación  de la sustancia,  a la que es sensible la célula gustativa, hace que esta se despolarice, y el grado  de despolarización   se correlaciona  con la concentración    de  esa sustancia.  La unión  de una  sustancia gustativa  a su  receptor   abre  los  canales  iónicos  específicos que facilitan  la entrada  de sodio  dentro  de la célula.  La sustancia  gustativa   induce  una  respuesta   rápida   en  las   fibras sensitivas asociadas,  que se adaptan  a valores más bajos a los pocos segundos.  Después,  la sustancia  gustativa es eliminada del receptor  por la saliva.

Transmisión  de las señales gustativas  en el sistema nervioso  central

Las fibras gustativas de los dos tercios anteriores  de la lengua viajan primero  por las ramas  del nervio trigémino  y se unen después  a la cuerda  del tímpano,  rama del nervio facial. Las sensaciones  gustativas  del tercio  posterior  de la lengua  son canalizadas por fibras del  nervio glosofaríngeo, mientras  que las  posibles fibras gustativas  de la epiglotis o de otras  zonas discurren  por ramas del nervio vago. A partir  de su entrada  en el tronco  del encéfalo, todas las fibras gustativas pasan por el tracto solitario y acaban haciendo  sinapsis en la parte  rostral del núcleo del tracto solitario. Desde aquí, los axones discurren en sentido  rostral, por  vías mal definidas, hasta  alcanzar  el núcleo ventromedial del tálamo y después la corteza cerebral, en concreto  la región ventral de la circunvolución  poscentral, que se gira hasta la cisura de Silvia.

Además de la vía cortical para la percepción  del gusto, los reflejos gustativos dependen  de fibras que discurren  directa- mente   desde  el tracto   solitario  hasta  los  núcleos  salivales superior  e inferior,  que  contienen  neuronas   parasimpáticas preganglionares   para  la  activación  final de  la secreción  de saliva por las glándulas submandibular, sublingual y parótida. Si bien algunas de estas cualidades adaptativas del gusto son consecuencia  de la actividad de los receptores,  la mayor parte de la adaptación  ocurre a través de mecanismos  centrales que no se encuentran  todavía aclarados.

Sentido del olfato

El sentido  del olfato humano  posiblemente sea el peor conocido,  posiblemente   porque   se trata  de  un  fenómeno   muy subjetivo. Si se compara  con el de algunos animales, el olfato humano  está poco desarrollado.

Membrana  olfatoria  

La superficie  receptora   del olfato  se encuentra  en la parte superior  de la cavidad nasal y habitualmente se extiende solo 2,4 cm.  Las células olfatorias son neuronas  bipolares deriva- das del  sistema  nervioso  central.  Cada  persona  cuenta  con cerca de 100 millones de estas células, entremezcladas  con un número   mucho  menor   de  células  de sostén.   La superficie apical de la célula receptora muestra un botón que emite de 4 a 25 cilios olfatorios, que contienen los receptores, y se proyecta al  moco  presente  en la superficie  epitelial. Las glándulas  de Bowman,  que  segregan  el moco  a la superficie  epitelial,  se espacian por las células receptoras.

Estimulación  de las células olfatorias

Las moléculas  olorosas difunden  hacia el moco y se adhieren  a las proteínas  receptoras   unidas  a la proteína  G citoplásmica. Con la activación  se desprende  la subunidad a de la proteína G que activa la adenilatociclasa,  la cual da lugar,  a su vez,  al monofosfato  de adenosina  cíclico (AMPc). A continuación,   el AMPc  activa los canales  de sodio y entran  iones  sodio  en la célula,  despolarizándola  y generando  potenciales  de acción en las fibras sensitivas  olfatorias. Esta despolarización  multiplica el efecto  excitador  de una  molécula  poco  olorosa y potencia notablemente   la sensibilidad  del sistema.

Como el sistema gustativo, la intensidad de la estimulacion, olfatoria es proporcional al logaritmo de la concentración   del  estímulo.   Los  receptores   se  adaptan   en  un 50%  durante   el primer   segundo   y luego  solo  lo  hacen  de forma  mínima  y lenta.  Aunque  casi todos  los olores  acaben adaptándose  hasta su extinción  en uno o dos minutos,  este no  · es un fenómeno  fisiológico que ocurra en el receptor,  sino que más bien depende  de mecanismos  centrales  que modifican  la percepción,    lo  que  podría   correlacionarse    con  el  elevado número  de células centrífugas  que discurren  desde las regiones olfatorias  del encéfalo hasta el bulbo olfatorio.

Indagación  de las sensaciones olfatorias primarias

Se han  descrito  hasta  100  sensaciones  olorosas,  reducidas  a siete olores  primarios:  alcanforado,  almizcleño} floral,  mento- lado,  etéreo}  acre y pútrido.

El olfato,  aún  más  que  el gusto,  se asocia  a cualidades afectivas  agradables   o desagradables.   El umbral   de  algunas moléculas   olorosas  es  extraordinariamente   bajo,   del  orden de 0,04 milmillonésimas  de miligramo.  Sin embargo,  el inter- valo de sensibilidad  solo representa   de 10 a 50 veces el valor umbral,  cifra relativamente   baja  en  comparación   con  otros sistemas  sensitivos .

Transmisión de Las señales olfatorias en el sistema nervioso central

El bulbo olfatorio se sitúa sobre la lámina cribosa del etmoides, que separa las cavidades craneal y nasal. Los nervios olfatorios atraviesan las perforaciones  de la lámina   cribiforrne y entran en el bulbo olfatorio, en los glornérulos, es decir, en ovillos de dendritas  de células mitrales  y en penacho  y fibras nerviosas olfatorias.  Los  axones  de las células  mitrales  y en  penacho salen  del bulbo  olfatorio  por  el tracto  olfatorio  y entran  en regiones  especializadas  de la corteza  sin hacer  relevo  en el tálamo.

El área olfatoria medial está representada por los núcleos septales,  que se proyectan  al hipotálamo  y otras regiones que regulan  la conducta.  Se  cree que  este sistema  interviene  en funciones primitivas,  como lamerse los labios,  salivar y otros comportamientos   alimentarios.

El área olfatoria lateral se compone  de las regiones  pre- piriforme,  piriforme  y cortical  de los núcleos  amigdalinas. Desde  aquí,  las señales  se dirigen  a las estructuras   límbicas menos primitivas, como el hipocampo.  Al parecer, este es el sistema que asocia determinados  olores con ciertas respuestas conductuales. Otra  vía de filogenia más reciente  se proyecta  al núcleo dorsomedial  del tálamo y luego a la corteza orbitofrontal.

Las fibras que se originan en el cerebro discurren  de forma centrífuga  hasta  las  células  granulares   del  bulbo  olfatorio. Estas últimas inhiben las neuronas  mitrales y en penacho  del bulbo, con lo que se agudiza la capacidad  para distinguir  los diferentes  olores.



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